[Nacida del jardín de un buen hogar, durante días había permanecido con las demás sobre un cuenco de plata en un acogedor lugar de blanco y negro.
No había sido seleccionada nunca, ni tan siquiera adulterada por mi dueña que alardeaba de tener la mejor selección natural de manzanas.
Poseedora de un color rojo brillante, la malévola enemiga se situaba a mi lado gozosa de su perfección, pero me daba igual pues no era realmente natural.
A lo lejos , las voces de las dos féminas que llevaban tiempo hablando y tras un rato el timbre de la voz de las dos , y de la que me creó y me daba cobijo se hacía más presente hasta que en primera plana, su mano dio sombra a todas las que estábamos en el cuenco plateado.
De entre todas y sin obsérvame me escogió a mi.
Sus labios se adherían a mi suavemente arrastrados con movimientos lentos, mientras su lengua hacia contactó clavando después con un poco más de fuerza sus dientes.
Una parte de mi se desprendió dejando de ser perceptible. Entonces continué en sus manos mientras ella explicaba cosas a la persona que tenía delante.
- Lo ves, no la he envenenado.- Dijo mientras me pasaba de una mano a otra lentamente.
La rubia de enfrente posó su dedo paseándolo lentamente con la cabeza levantada mirando a quien me poseía.
- Voy a tener que fiarme- Le dijo la muchacha rubia mientras sentía el tacto de sus dedos sobre mí.- Pero ahora no voy a comerla.
La chica rubia me poseyó y lentamente me puso junto con las demás que eran igual que yo… A mi lado derecho estaba la manzana más malévola de todas la que ya apenas tenía personalidad y gozaba de un rojo extremo brillante y lujoso, desde ella se podía ver incluso la escena que en este momento yo minusválida observaba.
- He firmado una tregua Emma, y que lo haya hecho no significa que en realidad debas llevarte bien conmigo. Solo lo hago por Henry.
La muchacha rubia, Emma acarició el pelo de la que antes era poseedora de mi, la que con sus labios mortíferos se había llevado un trozo de mi ser.
- Regina, no quiero que tengas tampoco que martirizarte ni estar incómoda cuando realmente lo que quieres es cambiar. Lo que estás haciendo por Henry es muy lícito y yo lo valoro. No he dudado en lo de tu manzana.
En ese momento la mujer morena, Regina, se cruzó de brazos mirándola.
- - Deberías tal vez dudarlo.
Yo suponía que era por aquella manzana que sobresaltaba al lado derecho. De nuevo sus dedos se hicieron conmigo y la mujer morena, Regina comenzó a morderme hincando el colmillo y los dientes con fuerza.
- No lo dudo Regina. Has hecho mucho, no te quites méritos, sé que no es fácil. Pero me tienes a mi y a Henry a tu lado.
Entonces Regina dejo de apretar sus dientes iracundamente y dejo los labios muertos cesando en silencio ante aquella frase. Parecía que aquello era importante, por el modo en que dejó de hacerlo. Pasé de unas manos a otras tambaleada y sintiendo el calor.
Solo quedaba de mí una pequeña mitad, justo detrás de aquella mirada y aquél gesto
Comencé a consumirme lentamente tras notar que los labios de Emma y sus dientes jugaban conmigo trayendo la muerte consigo, hasta que finalmente dejé simplemente de existir.
|